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#PlayboySeLee: Diego Luna le habla a su generación

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Baja las escaleras hacia el sitio donde haremos la sesión fotográfica. Elige una camisa y se cambia mientras el fotógrafo […]
#PlayboySeLee: Diego Luna le habla a su generación
Baja las escaleras hacia el sitio donde haremos la sesión fotográfica. Elige una camisa y se cambia mientras el fotógrafo se alista también en tiempo récord. Nos avisan que debe marcharse pese a que lo esperamos por más de media hora. Debe ir a recoger a sus hijos de la escuela y así, tras un par de tomas, acordamos vernos más tarde. Total, la obra Cada vez nos despedimos mejor aborda la necesidad de tener siempre una segunda oportunidad.
Son las 5 de la tarde. Luce la misma camisa a rayas con la que salió corriendo horas atrás y de nuevo me acorta el tiempo. Le recuerdo que hizo lo mismo al mediodía. “¿Cuánto tiempo necesitas?”, pregunta. “30 minutos”, le digo. “¡30 minutos! (sonríe)”, repite, gesticulando.”Ok, 20 minutos, no menos”, concedo. “Va”, remata él.
 
Nacidos al mismo tiempo
Se llama Diego Luna y lo vi comenzar su carrera hace algunos años en la telenovela El abuelo y yo. Hoy en día, además de actor, es un multifacético productor y director de teatro y cine. Nos reunimos para platicar de Mateo, el personaje que interpreta en la puesta en escena Cada vez nos despedimos mejor. Aunque de cualquier forma terminaremos por conversar hasta de su técnica para ligar.
 
La obra fue escrita y es dirigida por Alejandro Ricaño, a la que Diego define como “una de las voces más potentes del teatro mexicano en la actualidad; un chavo de mi edad, que tiene en su haber otra obra que se llama Más pequeños que el Guggenheim y El amor de las luciérnagas”.

Cada vez nos despedimos mejor es un monólogo en el que Mateo se acompaña de un percusionista que genera un diálogo entre su instrumento y el texto. “Aunque la obra entra en las convenciones teatrales, tiene un pulso vivo. Lleva al espectador a crear imágenes en vez de que las impongamos”.
 
Específicamente, trata de una historia de amor entre dos personas que nacieron el mismo día, en el mismo segundo y lugar y que a partir de ahí y durante 22 años sostienen varios encuentros y desencuentros. “Con humor, ironía y cinismo se va narrando paralelamente la historia de este hombre y su relación amorosa con Sara, en la que se genera un paralelismo entre la historia de la pareja y la historia de México”.
 
Incialmente, Alejandro se acercó a Diego y así hablaron de su deseo de hacer teatro juntos. Montaron una puesta en escena con una voz clara que utiliza el humor para propiciar la crítica y reflexión. “No es que hablemos con humor de lo que pasó en el país, sino de lo que hay detrás: la reflexión del personaje, cómo enfrenta la vida y las complicaciones de una relación amorosa”.
 
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Sara es una fotoperiodista que utiliza una cámara Polaroid instantánea y Mateo es el personaje recurrente en sus fotografías. El hecho de que ella cubra sucesos noticiosos es el recurso que permite trasladarnos de las elecciones presidenciales de 1988 a Lomas Taurinas en Tijuana y de ahí a Morelia o a Acteal. E incluso, rememorar el terremoto de 1985. “Son cosas que generacionalmente nos han unido, si creciste entre los 80 y 90 encontrarás muchas referencias”.
 
Para el actor era primordial que la obra significara algo tanto para los que están arriba del escenario como para sus espectadores, que fuera un punto de comunión que se relacionara con lo que vivimos. “Ya estaba cansado de las obras de teatro que veía en Londres o en Nueva York y que después adaptábamos. En México montamos poca dramaturgia nacional”.
 
La diferencia entre el cine y el teatro es clara, añade: “Hay una cosa vibrante cuando te enfrentas al público, una experiencia que te cambia, te marca y resulta adictiva. En cambio, el cine te acaba alejando o viendo su experiencia desde un ángulo muy frío. Todavía estoy terminando los créditos de Chávez (cinta que se estrena en abril de 2014 en México) y me ha pasado una vida por encima y aún no sé qué opine el público”.
 
En Cada vez nos despedimos mejor se aborda el amor, las relaciones contemporáneas y la soledad del individuo urbano. “Se refiere justo a esta generación que vivió el cambio. Cuando era chavito yo tenía casetes, hacía llamadas por teléfono hasta que mis papás me decían ¡ya cuelga, cabrón!. Hablaba con una o dos personas al día, no con 25 amigos, ni me mensajeaba con 40 personas del trabajo. De repente, pasamos a las relaciones que ya traían esta complicación”.

Sobre la mesa hay una Blackberry negra que él acaricia con su dedo índice, mientras que me explica: “Ahora, si no mandas un texto en las primeras 6 horas del día, no le das un like en Instagram o posteas una carita feliz, la gente asegura que no te importa tu relación con ella. ¡Qué pedo! Yo, con mis primeras novias pensaba ¡Uy, la voy a ver el viernes! Me preparaba, ¿de qué vamos a hablar? ¿A dónde vamos a ir? ¿Qué irá a pasar? Y ahora es un tema de inmediatez (chasquea los dedos). ¡Hay que reaccionar de golpe!”.
 
Pero así es el amor contemporáneo, comenta. Y agrega que cada vez hay menos tiempo para ello. Lo que importa es cómo nos definimos a nosotros mismos en nuestros perfiles en las redes sociales, qué sistema operativo utilizamos o qué aparato inteligente tienes. “De repente, sería interesante exigirnos prescindir de estas cosas para encontrarnos”, opina.
 
Cada vez nos despedimos mejor es una reflexión de la vida. “Cuando conozco a alguien, es una potencial despedida porque finalmente se va a acabar”, concluye Diego. Y así termina su segunda oportunidad con Playboy.
 

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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