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#MúsicaDeCoñerías: Mujeres acosadoras

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Poco se habla de ellos pero son numerosos: hombres que han sido acosados por mujeres. Adultos de diferentes edades, solteros […]
#MúsicaDeCoñerías: Mujeres acosadoras
Poco se habla de ellos pero son numerosos: hombres que han sido acosados por mujeres. Adultos de diferentes edades, solteros o casados, con diferentes tipos de físico, de orientación sexual, con dinero o sin dinero, se vuelven seres de deseo para alguna(s) mujer(es), quienes se encaprichan de tal manera que recurren a estrategias diversas.
 
Adolfo, por ejemplo, me contó de aquella vez en que la hija de 17 años de su jefe lo esperó escondida en su oficina y cuando él entró, ella salió, se le arrimó, casi lo obligó a besarla. “No es que no me gustara, pero era menor de edad, su padre era compañero de trabajo, yo no quería. Pensé que si la rechazaba iba a ser peor, así que la besé de la manera más desagradable que pude, fui un poco rudo y nada sensual; ella optó por salirse. Meses después, otro colega la rechazó directamente. Lo acusó de querer violarla. Su papá lo iba a matar. Los demás tuvimos que decirle que era su hija la que nos hostigaba. Al final, ella lo aceptó”.
 
Estas situaciones son más comunes de lo que creemos pero no salen a la luz pública porque solemos victimizar a las mujeres y minimizar a los hombres. Si uno de ellos acusa a una chica de haberlo perseguido, entonces será tachado de “maricón”, “poco hombre”, “miedoso”, como si fuera su deber tener encuentros eróticos con todas las mujeres que lo deseen por el simple hecho de pertenecer al sexo masculino. En el caso de ellas, les resulta fácil y creíble invertir la historia, además de que también etiquetan socialmente al otro. Resulta, como mucho en el mundo erótico, una cuestión de poder.
 
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Algunos amigos señalaron que los habían intimidado en el transporte público. “Una señora me miró con insistencia no precisamente a los ojos, se me acercó, me dijo que era casada pero quería divertirse y pretendió tocarme”, contó uno de ellos. “En el camión, estando yo sentado, una mujer de pie se estuvo frotando el pubis contra mi hombro. Fue muy raro. No supe qué hacer”, reveló Ignazio.
 
El espacio laboral es un lugar donde sucede. Martín trabajaba en una tienda departamental y su jefa lo acosaba sexualmente; le decía que tenían que coger, le trataba de acariciar los genitales “de pasadita”, lo invitaba a salir. Él terminó renunciando y no se atrevió a denunciar. Esteban es homosexual declarado y varias chicas han querido “reconvertirlo”, volverlo “hombre de verdad”. Lo ven incluso como un reto. Lo mismo pasa con algunos casados: si una chava se encapricha, puede generar un divorcio sin que él haya dado su brazo a torcer (creemos que son incapaces de no desenfundar la pistola ante una provocación).
 
Los medios electrónicos de comunicación se han convertido en espacio ideal para la persecución femenina. A un colega periodista de 38 años, una seguidora le pidió su correo electrónico argumentando que tenía unas fotos de un evento para él y lo que en realidad le mandó fue una serie de imágenes en donde ella aparecía haciendo un striptease, acompañada de la frase “no descansaré hasta que todo esto sea tuyo”. Él no respondió el mail y le contó a su esposa: “En estas circunstancias me parece importante que el asunto sea expuesto con toda franqueza a la pareja para evitar un problema. Llevo 20 años casado, tengo dos hijas y soy feliz; esto podría ser una bomba expansiva”, indica. Una semana después, encontró 35 tuits de la mujer, en donde le describía gráficamente todo lo que soñaba que le hiciera en la cama. La bloqueó pero le asombró que sus contactos se burlaran, lo animaran a tener un encuentro erótico con ella y las mujeres le dijeran que estaba del terror pero que mejor “la atendiera”. Después se dedicó a buscarlo en persona hasta que él habló con ella y le dijo que lejos de halagarlo, lo molestaba. Sin embargo, sigue yendo a los eventos donde sabe que él estará. “Y no, no es padre —cuenta mi amigo—, no es divertido, ni alimenta mi ego, ni me hace sentir “famoso”. Además, los hombres te dicen que eres joto… ¡y las mujeres también!”.
 
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A veces las exparejas suelen caer en esta conducta. A Juan, quien fuera su novia 20 años atrás lo buscó para contarle sobre su reciente divorcio; al final lo besó con desesperación, le confesó que quería todo con él y no entendió que él le dijera que no quería una amante pues estaba contento con su esposa. Ahora lo stalkea y él no ha confesado nada a su compañera, así que vive con el temor de que la ex un día le invente alguna historia.
 
Le pregunté a mujeres si habían sido perseguidoras. Todas dijeron que no (lo cual no me sorprende, porque no hay lineamientos que señalen cuándo una de ellas está hostigando, así que creen que son “estrategias” para lograr consumar su amor). Pero sí me contaron de otras que han molestado a sus hombres, llegando a amenazarlos y minimizarlos. 
 
El encuentro erótico es un asunto esplendoroso. Incluso practicado en su nivel más básico tendría que dejarnos alegría en el cuerpo, Macarenos, tranquilidad en el pensamiento, deseo de tener más, anhelo por la contraparte, humedad, emoción. Pero a fuerzas, ni los calcetines entran, ¿no creen?
 

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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