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LAS MARCAS DE TU VIDA

Por: Sergio Sepulveda 06 Jun 2018
¿SABEMOS CÓMO SE PRONUNCIA LA PALABRA QUE LLEVAMOS EN LA ETIQUETA QUE TANTO ORGULLO NOS DA PORTAR? ¿TENEMOS UNA IDEA […]
LAS MARCAS DE TU VIDA

¿SABEMOS CÓMO SE PRONUNCIA LA PALABRA QUE LLEVAMOS EN LA ETIQUETA QUE TANTO ORGULLO NOS DA PORTAR?

¿TENEMOS UNA IDEA DE LO QUE REPRESENTAN LOS PRODUCTOS QUE CONSUMIMOS?

Vivimos en un constante coqueteo de la publicidad, de las vitrinas, de las marquesinas, de las modelos con ropa sugerente, del mensaje del influencer, de las ofertas a meses sin intereses, del modelo aspiracional, del lujo, del confort, de la oportunidad de pertenecer a ese clan que porta una marca y que por ello te hace sentir superior; vivimos por una oferta y morimos al estirar nuestro presupuesto cada quincena, pero muchas personas adoptan la frase “antes muerta que sencilla”.

 

POR: Sergio Sepúlveda @sergesepulveda

POR: Sergio Sepúlveda @sergesepulveda

 

Por el contrario, los idealistas atacantes del consumismo, que son como los angelitos buenos de la conciencia, nos dan razones para no desfallecer por algún producto, servicio, embajador de marca o glamurosos patrocinadores de experiencias efímeras. El discurso más convincente se lo escuché al expresidente de Uruguay José Mújica, quien sostiene: “Cuando tú compras, no compras con dinero, compras con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar para ganar ese dinero”. Mujica argumenta que la vida no se hizo sólo para trabajar, y menos para trabajar y poder gastar en cosas que nos prometen adquirir una falsa felicidad o una felicidad efímera.

Seguro que muchos quisiéramos vivir de manera más sencilla, con menos pretensiones, pero la mayoría no lo hacemos. Millones de personas trabajamos o gastamos tiempo de nuestra vida para hacer millonarias a miles de marcas en todo el mundo. Empresas que utilizan todos sus flirteos posibles para enamorarnos y ser felices por siempre con ellas. Según la firma de consultoría Brand Finance, las marcas más poderosas del mundo, en orden del uno al diez, son: Lego, Google, Nike, Ferrari, Visa, Disney, NBC, PWC, Johnson & Johnson y McKinsey & Company.

Esta lista toma en cuenta tres factores, primero una encuesta donde los consumidores responden a preguntas de las marcas que prefieren y su intención de comprarlas; segundo, se mide el dinero que invierten las marcas en mercadotecnia; y tercero, se analizan los márgenes de ganancia y los precios de una compañía. Hay otras firmas y mediciones que arrojan, no el poderío de una marca sino su valor, en este criterio la número uno es Google que vale más de 245 mil millones de dólares.

Ante esto, ¿te has preguntado cuánto tiempo has invertido en navegar por Google? ¿Qué cosas has dejado de hacer por estar de ocioso en Google? ¿Cómo te ha facilitado una tarea buscar algo en Google? Bien, puedes sentirte orgulloso de que has contribuido a que Google sea la empresa más valiosa del planeta.

Por otro lado, nunca olvidaré la crítica sarcástica de un amigo: “Tantos clientes aspirantes a ser gente de élite y no saben ni siquiera pronunciar la marca de la bolsa hecha a mano en Francia que compraron en el Palacio de los palacios”. Tiene razón. Por ello decidí hacer la siguiente guía de pronunciación de algunas de las
marcas con mayor demanda.

Adidas, no se dice de corrido acentuando la letra i, de manera correcta se pronuncia con tres sílabas Áh – di – das. Nike, no es naic, lo correcto es decir naiqui. Los Reebok se piden Riboc.

La ropa Abercrombie and Fitch, no se pronuncia Obercrombi, es abercrombi en fitch. Cuando te compres unos calzones, pídelos diciendo Calvin Cláin.

Una camiseta Polo se dice Ralf Lóren, jamás Ralf Lauren.

Un perfume, una bolsa o unas gafas Chanel te dan mucho caché, pero aún más si pronuncias Shenel.

Christian Dior en realidad es Crishtien Dioor.

Las camisas garigoleadas son Versace pero se dice Versachi. Givenchi debe sonar, con delicadeza, Shivonshi.

Louis Vuitton se pronuncia Lúi Viton.

Yves Saint Laurent se dice Ibs San Loran.

Y en cuanto a Google, no es gogle, tampoco gogl, lo correcto es decir “esta información la busqué en Gúgl”.

Sirva este ejercicio ocioso para ver que las marcas hacen su trabajo y lo hacen muy bien. Se meten en nuestra cabeza y luego en nuestro bolsillo, con imágenes, logotipos, bocetos de estilos de vida que muchas veces poco tienen que ver con nuestro día a día, pero nos seducen, nos dejan que les hagamos el amor aunque no sepamos bien cómo se llaman o les digamos de otra forma.

Si estamos conscientes de que el consumismo puede ser una amante muy cara pero estamos satisfechos, que siga la fiesta en la que un servidor también baila; pero si tenemos el valor de viajar ligeros, sin cosas ostentosas, también podemos encontrar una felicidad más sana que no nos cueste tanto tiempo de vida. Difícil de creer.

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