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La lucha fatal entre la policía y los mexicanos en EUA

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Nadie sabrá con certeza por qué Antonio Zambrano, migrante mexicano, trabajador agrícola en Pasco, Washington, lanzaba piedras a unos vehículos en […]
La lucha fatal entre la policía y los mexicanos en EUA

Nadie sabrá con certeza por qué Antonio Zambrano, migrante mexicano, trabajador agrícola en Pasco, Washington, lanzaba piedras a unos vehículos en un supermercado. Se especulará, porque así es la naturaleza de la prensa; y porque la sociedad siempre necesita alguna especie de verdad, aunque a veces no sea la correcta. Menos sabremos el porqué detrás del acto que a Zambrano le costó la vida. Pero quizá lo importante no es por qué este connacional que apenas hablaba inglés y vivía en uno de los estados políticos más importantes de los Estados Unidos, lanzaba rocas, sino cuál fue el motivo para que tres oficiales de policía de Pasco le dispararan a quemarropa sin misericordia. Ése es el porqué que realmente importa.

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Por Jaime garba (@jaimegarba

Cómo podemos entender este acto que a la lógica parece absurdo y brutal. En menos de veinte días, en el presente año, tres mexicanos radicados en el país vecino fueron asesinados de forma similar. El más reciente fue el caso de Ernesto Javier Canepa Díaz, en California, y le precedió el asesinato de Rubén García, en Texas. Crímenes que trascienden gracias a las personas que suben videos a YouTube y los comparten en redes sociales; puesto que los medios locales difundieron las noticias con retraso o sin marcada relevancia, como si lo acontecido estuviera a la altura de la muerte de un animal.

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Desafortunadamente no es una mala racha la que viven nuestros paisanos, hace tiempo que la “justicia” gringa ha hecho lo que se le antoja con quien considera una amenaza para su “perfecto” sistema de vida, aunque esto signifique mancharse las manos de sangre e ir contra sus propias leyes. Lo último lo enuncio porque desde 1982, y a razón de una serie de casos que obligaron tomar cartas en el asunto, el Tribunal Supremo de los EU decretó que es ilegal disparar a “criminales” salvo si los oficiales consideran que su vida o la de civiles está en peligro. Sin embargo, cómo se argumenta el uso de la fuerza excesiva -la cual curiosamente corresponde la mayor de las ocasiones hacia migrantes mexicanos, centroamericanos o de origen afroamericano- si en la mayoría de los ataques mueren personas que no representan en realidad un riesgo, por lo menos no literal. ¿Acaso Zambrano habría matado a esos tres policías como David lo hizo con Goliat? Habríamos de hacer una importante reflexión racial y sociopolítica de por qué los norteamericanos tienen esta clase de prejuicios a pesar de que su país está conformado en un alto porcentaje por migrantes de múltiples nacionalidades, con gran presencia latina. Incluso varios censos proyectan que para 2050, una cuarta parte de la población que habite Estados Unidos será de ascendencia hispana.

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Si los asesinatos sin mínimas consecuencias para los perpetradores es el clímax de la injusticia hacia nuestros connacionales, existen otros aspectos que atentan contra sus derechos humanos. Podría pensarse que un ilegal representa una afrenta a un país, una invasión que significaría deterioro en su forma de vida desde varias trincheras, quitando trabajos, eludiendo impuestos, desfalcando los servicios públicos y muchos pretextos más, todos equivocados en la práctica y en la teoría, primero porque es innegable que la migración latina es una poderosa rama del sistema económico de los Estados Unidos, pero ésta es demeritada y relegada a niveles infrahumanos, los connacionales gozan de un buen sueldo sólo en proporción del precio del dólar en México, haciendo que el “pocho” sea una figura de respeto y admiración por parte de quienes habitamos de este lado, pero que bajo el techo gringo roza seriamente con conceptos de esclavitud. El mexicano trabaja jornadas de 12 horas, 7 días a la semana, paga impuestos (en California en el 2014 pagaron 2,200 millones de dólares), de los cuales contribuyen en demasía a un paradójico sistema de seguridad social al cual por su condición no puede acceder.

Estados Unidos ha intentado mostrar en ocasiones interés por dar mayores beneficios a nuestros connacionales, pero sin duda no ha dado el trato que merecen según el impacto que representan para su desarrollo. Más allá de buenas voluntades debería implementar una política pura que permita la inclusión y la participación activa de los que por la razón que sea deciden estar en aquel país.

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Además queda pendiente esa reflexión de por qué la condición racial es tan importante para una perspectiva social igualitaria, cosa que no parece imposible y más bien caprichosa. En este punto de la vida, ¿se puede considerar una derrota del mexicano en los Estados Unidos?

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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