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La hija que no tuve

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Algunos dicen que mi mujer se parece a Susan Sarandon. Otros que a Annette Bening. Y otros más –incluido el […]
La hija que no tuve

Algunos dicen que mi mujer se parece a Susan Sarandon. Otros que a Annette Bening. Y otros más –incluido el editor de esta revista, que sin embargo ha tenido la caballerosidad (conmigo, quiero decir) de no proponerle un pictorial– que a Sylvia Kristel. Yo me limito a sonreír como el afortunado que soy. Porque estoy casado con una que rezuma sabia sensualidad, como Susan. Con una que acusa un punto de histeria a un tiempo exasperante y divertida, como Annette. Y con una que, en sus mejores momentos, parece imbuida del aura de plácida cachondería de Emmanuelle. De lo que nadie puede acusarla, sin embargo, es de parecer vulnerable (aun si, en sus momentos más entrañables, esos que sólo yo presencio, lo es). Fuerte y segura, inteligente y hierática como aquellas heroínas fílmicas, la mía es una de esas mujeres que precisan ser admiradas, adoradas, acaso temidas, pero que sólo mueven a ternura en las ocasiones, escasísimas, en que la vida las rebasa. (Mi mujer, en general, rebasa a la vida por la derecha.) Se desprende de lo anterior que Eunice no sea de las que suelen hacer escenas de celos, y menos por mis crushes fílmicos. La regla tiene, sin embargo, su excepción: Alicia Silverstone.

Agonizaban los 90 y vivíamos esa etapa del noviazgo en que uno cree que sus referentes han de abrir nuevos mundos al objeto de su amor. Así, una tarde de sábado, decidí compartirle una de mis películas dilectas: Clueless. (No es fácil entusiasmar a una psicoanalista lacaniana con una comedia romántica teen: para convencerla, tuve que decirle que estaba basada en una novela de Jane Austen… lo cual, por otra parte, es estrictamente cierto, pues se trata de una adaptación gozosamente sacrílega de Emma.) Admiró los vestidos que luce la protagonista. Reparó en su sonrisa ladeada –Alicia tiene la boca chueca más hermosa del mundo– y en lo entrañable que resulta. Rio con los enredos amorosos austenianos trasladados a una prepa de Beverly Hills. Hasta la secuencia en que la chica, empeñada en desahogar su irritación con su hermanastro nerd, atraviesa Los Ángeles airada, pasa frente a una fuente que de súbito se ilumina, y con fondo musical de “Gigi” –pertinente cita de otra adolescente infatuada–, acusa en su rostro el brillo más conmovedor de la historia del cine por causa de una epifanía sentimental: está, descubre, enamorada de él. “¡Alicia Silverstone es una mujer que nació para verse enamorada!”, espeté.

Ahorraré al lector la escena doméstica subsiguiente pero no el argumento que me permitió desactivarla: existe un registro consistente de que nunca me he sentido atraído por la ingenuidad. Mi sagaz esposa, sin embargo, había descubierto algo: Miss Silverstone, de 19 años en la cinta, me daba algo que ninguna podía darme. Y es que, si su felicidad me conmovía, era por recordarme la de la hija que no tuve.

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Alicia Silverstone, que se acerca a los 40, ya no es una estrella. Y ya no lo es porque ya no es joven. Las imágenes que la han insertado en el panteón audiovisual de los 90 –su década– son todas teen: descocada pero bienintencionada –y siempre dispuesta a reírse de sí misma– en esos videos de Aerosmith en que encarna siempre a la adolescente tiernamente rebelde, torpemente emancipada; trepada sobre una maceta para alcanzar el timbre de la Residencia Wayne –y eso con calcetas y falda tableada– en la única secuencia memorable de Batman y Robin, donde es llamada a ser Batichica (que no Batimujer); Princesa de Francia lanzada a hacer cabriolas terpsicóreas por un Alessandro Nivola suertudo en la adaptación de los Trabajos de amor perdidos shakesperianos que hiciera Kenneth Branagh al son de Cole Porter. Es guapa, es linda, está objetivamente buenísima; no mueve, sin embargo, a lujuria, sino a ternura.

No tengo hija, he dicho. Pero tengo, eso sí, una sobrina: linda, voluntariosa y, como Alicia, vegetariana (otro rasgo adolescente). Pasado mañana cumple 17 años. Adivine el lector qué DVD le regalaré.

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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