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#DifícilDeCreer: Soy un Playboy

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
Había comunicación con mis padres pero no la suficiente como para pedir que me compraran una revista con fotografías de […]
#DifícilDeCreer: Soy un Playboy
Había comunicación con mis padres pero no la suficiente como para pedir que me compraran una revista con fotografías de mujeres desnudas. Por fortuna, yo tenía muchos discos de rock, entre ellos el álbum 1984 del grupo Van Halen que me sirvió de moneda de cambio. Con mi amigo Carlos Torres hice un trueque. Mi disco de Van Halen por su revista. Yo salí ganando. Él se llevó a casa un gran álbum pero yo me quedé con las llaves de la fantasía. Él se llevó la música pero yo obtuve el canto de las sirenas que hasta hoy me acompaña. 
 
Y es que a la edad que yo tenía, en el último tercio de los años ochenta, lo que más buscaba era coleccionar imágenes de mujeres sin ropa. ¿Quién no desea eso con la calentura de la adolescencia? Sobre todo en una época como la mía en que verle los calzones a una compañera de clase era escandaloso. A esa revista, trofeo de recreo de preparatoria, la convertí en un gran tesoro escondido debajo del colchón de mi cama. Cada tarde o noche yo lo descubría, ustedes se imaginarán para qué. Es imposible frenar la erupción de un volcán activo. Claro, hasta que mi madre lo encontró y lo confiscó. No me importó. Mi madre se llevó a las conejitas pero ya habían sido mías. Ella pensó que se llevó a Terry Lynn Doss al bote de basura, lo que no imaginó es que la rubia Playmate de julio 1988, dejó su liguero y medias negras colgando en mi memoria, porque a Terry la vieron millones pero ninguno como yo.
 
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Pasó mucho tiempo para que tuviera otra PLAYBOY, no por falta de ganas, sí por falta de presupuesto y también porque no tenía más discos atractivos para intercambiar. Con los años y mis primeros sueldos empecé mi colección de revistas del conejito. Es difícil de creer, pero si las mujeres eran el gancho para hojearla, es cierto también que los artículos o entrevistas eran mi postre, mejor dicho, eran como el cigarrillo después de hacer el amor. Desde entonces, a mediados de los noventa, soñé con trabajar en PLAYBOY. Ustedes ahora comprenderán porque me siento tan feliz al decir “Soy un PLAYBOY”.
 
¿Pero qué es esto? El señor Hugh Hefner en 1956, ante los ataques a la publicación que fundó y en defensa del concepto publicó lo siguiente: “(un PLAYBOY) es el hombre que ve la vida no como un valle de lágrimas sino como un momento feliz. Le gusta su trabajo sin que el trabajo sea todo. Es un hombre atento, consciente, de buen gusto, sensible al placer, que sin exagerar puede vivir la vida al máximo”.
 
Curioso es el dato que cuenta que la revista primero se llamaría Stag Party (Despedida de soltero). Sucedió que otra ya tenía el registro del nombre Stag, entonces Hefner cambió a PLAYBOY que a la larga resultó más adecuado. Además modificó su símbolo, de ser un venado el logotipo se transformó en un conejo.

En el primer número, Hugh Hefner escribió la mayoría de los textos incluyendo una nota del editor que describía a PLAYBOY como “un manual del placer diseñado para el gusto masculino” pero lo cierto es que este producto ha hecho polvo esa tímida descripción. PLAYBOY apareció en el año de los primeros miedos por la Era Atómica y de la publicación del Informe Kinsey sobre la sexualidad femenina, combinación explosiva cuya reacción en cadena ha seguido despojando de su ropa a las mujeres más excitantes del mundo desde Marilyn Monroe hasta Kate Moss; volviendo inmortales a chicas de carne y hueso; desnudando el pensamiento de los artistas, políticos, deportistas y celebridades más influyentes.
 
Hugh Hefner se considera un soñador pero también una persona práctica, condición que le da la capacidad de cumplir sus sueños y agrega “lo interesante del asunto es cómo un hombre (como él), a través de vivir sus propias fantasías, es capaz de vivir las fantasías de tantas otras personas”.
 
En este sentido yo le digo a Mr. Hefner que siga fantaseando porque sus lectores de PLAYBOY siempre lo hacemos. Gracias por dejarnos echarle un vistazo a las hojas de PLAYBOY que son el libro de su vida con estupendas ilustraciones, imágenes e ideas que nos regalan el mismo intenso placer que busca un adolescente en su vecina de al lado.
 
PLAYBOY inició como parte de una revolución sexual. En mi historia, contribuyó a mi despertar. Hoy todavía me excita, continúa motivando hormonas y neuronas. 
 
Conclusión: Felices 60 años a un conejo que siempre será joven, “porque cuando se tiene salud la edad nada más es un número”. Y para mí, la edad sólo importa si eres un vino o un queso. Difícil de Creer.
 

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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