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#BitácoraLoca: El amor de un rockstar

Por: Jafet Gallardo 05 Jun 2018
A lo largo de nuestras vidas la mayoría de nosotros habremos de experimentar varias y distintas clases de amor, desde […]
#BitácoraLoca: El amor de un rockstar
A lo largo de nuestras vidas la mayoría de nosotros habremos de experimentar varias y distintas clases de amor, desde el que nuestros padres nos han profesado toda la vida (incluso cuando no éramos más que una caricia cachonda) hasta el que le tenemos a nuestro equipo… de soccer o americano. El amor nos regala noches interminables y días improductivos tratando de imaginar y después reproducir la cita ideal con la morrita que se sienta a dos lugares adelante en la clase, una diosa que ilumina el salón con luz propia y que nos pone una sonrisa estúpida en la cara. Y para los que apuntaban más alto, el amor otorga súper inteligencia para contestar cualquier pregunta que nuestra maestra/novia nos haga, aunque invariablemente haya momentos en los que nos agarraba en la pendeja imaginándola en negligé (¿Qué? ¡Eso también es amor, que no!).
 
Y es precisamente en esas etapas y hasta nuestra adolescencia cuando el amor vende y vende bien. En los Estados Unidos, por ejemplo, el día de San Valentín es tan importante como el Día de Acción de Gracias, el 4 de Junio o la Navidad. En las escuelas se intercambian tarjetas, se organizan bailes y los adultos planean visitas a balnearios, spas y el famoso bed and breakfast. En México, el 14 de febrero no es un día que venga resaltado en nuestro calendario y representa números negros para los floristas, los hoteles y moteles por los encuentros furtivos; para los restaurantes, por las cenas románticas, y ahora que volvemos a tener un autocinema en la ciudad, representa una postal diferente para echar el beso y el toqueteo. Por lo demás, nosotros los mexicanos nos conformamos con recibir un email de nuestros seres queridos con corazones flechados y buenos deseos. Sin embargo, como buenos latinos somos más querendones y bullangueros, mucho más cachondos y lujuriosos, por eso yo me quedo con el concepto nacional. Es curioso también ver como es el concepto del amor en otras culturas. La rusa, por ejemplo. En una ocasión, durante un festival folclórico en la provincia rusa de Perm me di un par de días para poder conocer la ciudad y su gente -que no tiene nada que ver con la de Moscú dado que aquella ciudad es un monstruo y su población muy cosmopolita- y me di cuenta de que ahí las personas no te sonríen por cortesía, ni te saludan sin conocerte. Es algo normal y cotidiano, aunque una vez que te conocen son muy amables y acostumbrados a dar regalos casi por cualquier cosa. Con esa premisa estaba vagando por las afueras de mi hotel cuando de pronto vi a una chava que sostenía un cartel en sus manos que decía “Free kiss”. En automático pensé “¡A huevo! Eso sí lo entiendo”. Sin embargo, me atacó un dejo de incredulidad mientras me acercaba más para poder leer mejor el letrero. “¿Es alguna broma para una cámara escondida?”, le pregunté, y ella me respondió: “No, son besos de verdad y son gratis”. Ése fue el inicio de una conversación que hasta la fecha sigue a través de correos electrónicos. Ella me cuenta las costumbres y tradiciones de su país y yo le doy la contraparte de nuestro México querido. No le he preguntado cuándo se celebra el día del amor y la amistad en Rusia, pero para mí ése fue el día idóneo.
 
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Un amor que tengo el privilegio de decir que he sentido y vivido es el de los fans. Son capaces de sacarte de la peor de las depresiones, de hacerte vivir por medio de sus experiencias, de decirte cuando la estás chorreando o estás siendo mediocre y hasta darte lo que necesitas para escribir una gran canción. Un día que jamás olvidaré fue cuando mi banda DLD abrió un concierto de Café Tacvba y al subir al escenario me llovieron desde una bolsa con mayonesa hasta una tuerca que por poco me deja chimuelo. Nos fue bien al final, pero quedé con el ego un poco lastimado. Días después nos llegó un correo de una joven que nos decía que esa noche planeaba suicidarse, pero lo pospuso porque ya tenía el boleto para asistir al concierto y no quería desperdiciarlo. Nos contó que casi al final de nuestro set de canciones escuchó una en particular, “Dixie”, y en ese momento empezó a percibir una gama de colores y sensaciones que hicieron que al final de la noche desistiera de quitarse la vida y mejor seguir en este viaje. Creo que ese correo cambió más mi vida que la de ella.
 
Considero que mientras más rápido comprendamos que el amor forma parte crucial de nuestras existencias y aprendamos a cultivarlo como rutina, desde obsequiar una sonrisa a un desconocido hasta una sencilla oración por la mañana o un comentario positivo y una palmada en la espalda, él nos tendrá en un lugar especial y no nos dejará.
¡No dejen de rockear!

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Foto perfil de Jafet Gallardo
Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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