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Ateos: “El diablo no es sino un semidiós del cristianismo”

Por: Arturo Flores 09 Abr 2020
Sí, en México la buena fortuna depende de “que Dios quiera” y la Virgen de Guadalupe aparece incluso en los […]
Ateos: “El diablo no es sino un semidiós del cristianismo”

Sí, en México la buena fortuna depende de “que Dios quiera” y la Virgen de Guadalupe aparece incluso en los pasillos del metro Balderas, asumirse públicamente como ateo representa un acto similar a salir del clóset.

Ateo es, según el diccionario de la Real Academia, “el que niega la existencia de Dios”. Sin embargo, a muchos de lo que se asumen como tales se les califica de satánicos.

“El diablo no es sino un semidiós del cristianismo”, explica Javier, integrante del grupo Ateos de México. “Para acabar pronto: nosotros no creemos en el amigo imaginario, pero tampoco en el enemigo imaginario del amigo imaginario”, complementa Mónica, militante también de la comunidad en redes sociales que aglutina a un millar de personas.

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Judith, la tercera de ellos y atea desde hace más de una década, aclara: “No se trata de atacar a los creyentes ni mucho menos, de quitarles nada. Se trata de darles, de invitarlos a que descubran a la ciencia”.

Ateos de México es un grupo en Facebook donde las personas que comulgan con el ateísmo y privilegian la ciencia por encima del esoterismo pueden conocerse, reunirse, aunque sea de manera virtual, para compartir noticias de interés general, compartir fotografías o enterarse de sucesos como la Marcha Mundial por el Orgullo Ateo, realizada en 2008, aunque no organizada por el grupo, o el Primer Congreso Mexicano de Ateísmo, que se llevará a cabo el 7 y 8 de diciembre en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

Eso, después de un peregrinar por varias sedes que veladamente se negaban a alojar un encuentro de esa magnitud. Si Dios está en todas partes, al parecer los ateos no son bienvenidos.

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Leí completa la Biblia

La discriminación en México se manifiesta de las formas más asombrosas. A Judith el ateísmo la encontró luego de un saltar entre religiones: después de estudiar hasta la preparatoria con los mormones, intentó con los Evangélicos, los Testigos de Jehová y hasta los Hare Krishna. A los 21 decidió ser atea, después de leer a Nietszche y el ensayo Por qué no soy cristiano, de  Bertrand Russell.

“Pero hasta me tuve que ir de mi casa”, recuerda, “mi familia me dijo que Dios me iba a castigar por mi decisión”.

Hoy vive en Iztapalapa, donde paradójicamente cada Semana Santa se representa la crucificción de Jesús y aunque ya no teme reconocer que es atea, su hijo ha sufrido discriminación en la escuela y no de parte de otros niños, sino de sus profesores.

“Su maestra de Civismo y Ética decía que mi hijo se portaba mal porque como en su casa no creían en Dios, no le enseñamos valores.”

El caso de Mónica es similar. Radica en Querétaro, una ciudad “mochísima”, dice ella. Desde que se asumió atea, “mis amigas dejaron de invitarme al cafecito”. Sin embargo, de vez en cuando es convocada a una boda, primera comunión o bautizo, pero igual que muchos creyentes, ella tampoco llega a la misa y sólo a la boda. No ha impuesto su forma de pensar a sus hijas, pero les habla de acuerdo con ella.

“Cuando me preguntan si rezando tres Aves Marías van a encontrar la muñeca que perdieron, yo les hablo con la verdad: ¡no, mi amor, la tienes que buscar!”.

Sin embargo, Mónica enfrentó una suerte de “crucifixión” social debido a sus convicciones. Cuando se reveló atea, su madre le dijo que su forma de pensar la llevaría al fracaso “porque tenía un vacío en mi vida gracias a mi ateísmo”. Su padre, Testigo de Jehová, le retiró la palabra desde entonces.

A Javier el ateísmo le brindó una respuesta que no encontraba ni siquiera leyendo entera la Biblia: “porque la comparaba con los libros de mitología grecolatina y no encontraba diferencia alguna, así que decidí ser ateo”.

El Congreso contará con invitados como los moneros Eduardo del Río “Rius”, Antonio Helguera y Rafael Barajas “El Fisgón”, así como de los investigadores Martín Bonfil Oliviera, Mauricio Dimeo y María Fernanda Campa, entre otros.

“Todos empezamos sintiéndonos solos en este país tan católico, así que el objetivo es encontrarnos. Porque hasta en Facebook nos trollean mucho, nos denuncian por lo que decimos como si fueran la policía de las redes sociales. Nosotros ni siquiera nos metemos con los creyentes, pero ellos no entienden que somos iguales a ellos, sólo que con un dios menos.”

 

VÍA CRUCIS DE UN APÓSTATA

“Yo no quería formar parte de este instituto religioso , que es la iglesia católica, y por eso decidí llevar a cabo este trámite de manera oficial e institucional.” Así comenzó Nicolás Medinas una búsqueda por desligarse de la religión con el mayor número de fieles en México (83.9% según INEGI 2010). Él es un apóstata.

La palabra viene del latín apostat?re. La primera definición que se encuentra en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es la de “negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo”.  El derecho canónico la contempla en sus códigos, dentro de acciones a las cuales sucede una excomunión inmediata o automática.

En sus redes sociales se enteró de la existencia de una página argentina llamada “Apostasía Colectiva” (www.apostasiacolectiva.org), donde encontró una carta modelo para dirigirse a las autoridades eclesiásticas  y enterarlas de su decisión. Dicha carta parte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así como de la Constitución Política Mexicana. Ambas señalan como un derecho inalienable la libre elección de un dogma.

Antes de entregar el oficio se requiere investigar un dato clave para acelerar la atención a la solicitud: la fe de bautismo, equivalente al certificado de adhesión a la religión. ¨El bautizo es como en un partido político cuando te afilias oficialmente a esa institución, los otros sacramentos no tienen esta calidad”, asegura Nicolás.

Redactado el documento, el siguiente paso es entregarlo en la Vicaría Judicial. En su caso, Nicolás acudió a la sede de la Arquidiócesis Primada de México, ubicada en la colonia Roma. De manera previa recorrió algunos templos y oficinas preguntando sobre el procedimiento.

“En todos los lugares donde llegué a pedir información sobre el trámite de apostasía, nadie, ninguna autoridad de las que atendían en oficinas, en ventanillas ni siquiera sabían lo que era apostatar y tampoco tenían idea siquiera de los pasos a llevar. Entonces todos tenían que recurrir a sus superiores. Era muy chistoso, porque cuando yo les decía vengo a apostatar, respondían: sí, pero perdón ¿qué es eso?.”

En Julio de 2011, a los 30 años de edad, Nicolás Medinas, recibió el certificado oficial de no pertenencia a la Iglesia Católica. En dos hojas ponía fin a una “relación institucional” con un credo, que dice, nunca practicó.

 

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En el párrafo esencial se lee “por medio de la presente ratificamos que a partir del momento de su declaración(es decir, la primera carta enviada) no está sujeto a las leyes meramente eclesiásticas”. A continuación se enlistan una serie de protocolos que ya no podrá realizar el excomulgado, como el matrimonio o ser enterrado bajo los ritos católicos.

Sobre las consecuencias de esta renuncia, Nicolás asegura nunca haber sido criticado ni perdido algún amigo, a pesar de haberlo hecho público en las redes sociales. “No en absoluto, tal vez porque dentro de esta diversidad un valor fundamental es el respeto y la tolerancia y que si yo creo en esto y me da tranquilidad y me hace estar bien conmigo, no tengo porque violentar las creencias de terceros ni ellos a mí.”

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