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Juan Carlos Gabriel: “Resulta que todos cogen con la luz apagada”

Por: Adán Medellín 24 Sep 2019
Auténtico, apasionado y sin pelos en la lengua, charló de su regreso a la televisión deportiva, tras su salida por una transmisión que lo mostraba en estado inconveniente.
Juan Carlos Gabriel: “Resulta que todos cogen con la luz apagada”

Auténtico, apasionado y sin pelos en la lengua, charló de su regreso a la televisión deportiva, tras su salida por una transmisión que lo mostraba en estado inconveniente. Pero el analista de futbol sabe que una sola imagen no lo describe, que la doble moral abunda en todas partes y ha aprendido de sus errores. En su nueva etapa en espn lo veremos defendiendo a muerte sus convicciones y levantándose porque “la gente que nunca cae es porque vive arrastrada”.

Fotografía de MIGUEL A. MANRIQUE @MANN_FOTOGRAFO
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¿Pides silencio, platicas, le gritas al árbitro cuando ves un juego?

Lo miro concentrado. Si es algo que me interesa, si juega el Madrid, el América, la Champions, las liguillas, pido que se vayan al otro cuarto y que no suene el teléfono.

¿Qué manía tienes para ver un partido que analizarás?

No me gusta ver el saque inicial cuando juega mi equipo. Si es para la chamba, tengo papel y pluma para anotar, poner los minutos por si hay alguna duda en un debate. “¿Dices que no jugaron con línea de cuatro? Pues al minuto 27:58 se ve perfecto”.

¿Juan Carlos Osorio, el reciente director de la selección, es un genio táctico?

No genio, pero sí creo que es un tipo estudioso, no sólo de sus jugadores sino del rival. Creo que el verdadero estratega tiene que ocuparse de potenciar sus virtudes y proteger sus males. A partir de la humildad, Osorio es un estratega completo.

Tú jugaste futbol en Atlante, Pachuca, entre otros equipos. ¿Tienes alguna posi- ción favorita o que admires sobre las otras?
Me gusta un mediocampista, normalmente de contención, que sabe leer el partido, cuándo ser apoyo o ser atacante, que puede ser un entrenador en la cancha. Son los talentosos como Michel Platini. Pero también me gusta el definidor, como Hugo Sánchez.

Tu delantero mexicano favorito de todos los tiempos es:

Hugo Sánchez. No ha habido nadie en el mundo como él para definir a un solo toque.

¿Prefieres analizar un 1-0 en la Champions o un 4-3 de la Liga mx?

Los goles no definen las bondades del partido. Buenos y malos hay en todos lados. Yo siempre digo: los hechos refutan a las teorías. Prefiero ver un buen partido de futbol, más allá de que sea de concacaf o de Europa.

Has estado ocho años y medio en la televisión hablando de futbol. ¿En casa platicas de lo mismo?

(Risas) Sí, y mi hijo Paolo es un clon: es madridista, americanista, yankee y forty-niner de San Francisco.

¿De niño querías dedicarte a la televisión deportiva?

Ni de niño, ni de adolescente, ni de adulto, ya de viejo. Yo pensaba jugar futbol toda la vida. Dirigí un par de años a la sub17 de América con buenos resultados. Luego me metí en cosas de negocios. Esto salió de rebote.

¿No pensaste actuar como tu primo Chema Yázpik?

¡Lo curioso es que el pinche Chema siempre quiso ser futbolista! José María y Carlos siempre nos iban a ver jugar desde chicos al Club América, pero a ellos les dio por lo que son buenos: la actuación y la producción.

¿De dónde viene tu personalidad tan frontal?

Mi papá nunca nos permitió hacernos pendejos. Ser tajante, pero nadie es dueño de la verdad. Con argumentos y con amor se puede decir todo de frente. Todo empieza por la sinceridad. Hasta para equivocarte te tienes que dar permiso, pero hay que volver a ponerse de pie. Mi padre decía: “ya te cagaste, ahora cómete tu mierda”.

¿Viste muchas veces el video de enero de 2015 que ocasionó tu salida de tu anterior televisora?
Sí, lo vi una vez. El ser humano ve una imagen y se proyecta una historia muy lejos de la realidad. Uno no sabe qué hay detrás. Cuando hay mandos medios que sólo son autoridad y no son líderes, te encuentras con muchos problemas, dejas de tener una vida. El error está ahí, junto a una rebeldía de tiempo atrás. Iba a ser mi cumpleaños, no me dejaron ir a un viaje, se presentó la cena y casi reté al jefe diciéndole que yo iba a llegar como quisiera. Fue una equivocación garrafal, porque tengo una imagen que respetar. Pero no me tomo la vida tan en serio, sé que existe la doble moral y no la trago. Ahora resulta que todos cogen con la luz apagada. Que todos dicen: “¡no!, ¿tocaste el timbre y te echaste a correr?”.

¿Cuál fue la clave para superar las críticas?

Al otro día, yo le di la vuelta. La clave fueron mis amigos, mi familia, mi hijo. Está la sanguijuela de sillón, ése que que se construye una vida de la sangre de los demás. Y él no va a sangrar, porque no se levanta de ahí. La gente que nunca se cae es porque vive arrastrada. Para mí, dos malas horas de vida no borran dos mil horas al aire.

¿Qué aprendiste en este tiempo lejos del aire?

Sé que no soy perfecto y puedo volver a tropezar, pero tocar la lona, sólo muerto, nunca más vivo.

¿Qué ingrediente especial le aportas a las mesas de análisis deportivo?
Autenticidad. La gente que me conoce sabe que yo soy igual, que no soy un personaje. Defiendo lo que creo a muerte. Soy muy apasionado hasta jugando dominó.

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¿Que haces cuando promotores, jugadores o directivos te dicen: “no me gusta lo que dijiste de mí”?
Yo no niego a mis amigos, pero no tengo interés comercial. No me interesa ser entrenador ni hablar mal de los promotores porque también he hablado bien. Tengo amigos: Ricardo Peláez, Jesús Martínez, pero cuando los he tenido que putear, los he puteado.

¿Eliges un equipo de cantera o un equipo de cartera?

Las dos. A ti, que tienes jerarquía, lo único que te pone por encima del chamaco son permisos. Pero después en la cancha, rómpanse la madre. Y el que esté mejor es el que va a jugar. Así dirigí en América. Y de esa camada están Diego Reyes, Raúl Jiménez y Hugo González.

¿Nunca te dio frío declarar tu americanismo al aire?

No, intentaban que me diera miedo. Y vuelvo a la doble moral: se vale ser antiamericanista, pero resulta que si le vas, hay toda una ideología atrás. Yo crecí en el América: desde los cuatro años mi hermano y yo pateamos un balón ahí. Irle a un equipo, o una imagen, no me describe.

¿Qué es lo más difícil de analizar en un partido del América considerando tu pasión por el club?

Ahí entra el ser honesto con uno mismo. Como analista, lo que me da de comer no es América, sino ser objetivo.

¿Qué pasó con tu cabello? ¿Hiciste una apuesta, un voto, un mal shampoo?
(Risas) Creo que es parte de no tomarse la vida tan en serio. Podría inventar cualquier cosa y decir que en este año y medio me fui a un monasterio. Fue comodidad. Yo no creo en los santos: todos los santos tienen una historia y un pasado. Y todos los que nos hemos equivocado también tenemos derecho a un futuro.

Si hoy por la tarde hacemos una cascarita, ¿gana tu hermano Paco Gabriel de Anda o tú?
Lo hago pedazos (risas).

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