#DeTresDedos: CR7, ¿el mejor de 2013?

He leído artículos que suponen una conspiración de la FIFA e intereses de patrocinadores y marcas deportivas para premiar al portugués. Remarcan la sospechosa prórroga de la votación, que acababa originalmente en noviembre. Aseguran que para los organizadores del premio, exaltar de nuevo a Messi –para estos periodistas, el mejor futbolista del mundo de modo irrefutable- no representaba ninguna noticia ni ganancia mediática. Además, según algunas fuentes, diversos entrenadores nacionales se quejaron de que su voto no corresponde con el que fue difundido posteriormente por los medios.

 

Una última vertiente de comentarios la oí en algunos comunicadores deportivos. En radio, alguien decía que a Cristiano Ronaldo lo habían premiado por guapo, que era un futbolista sin méritos suficientes para hacerse del premio. A juicio del locutor, era una injusticia y un circo no galardonar a ninguno de los otros dos candidatos. ¿Qué clase de análisis es ése? En fin, Messi nos había facilitado las cosas con su desempeño individual y colectivo, y en los últimos años no recuerdo un Balón de Oro con más opiniones encontradas. Esto pone otra vez en el ojo del huracán la capacidad de la FIFA para premiar con justicia el desempeño de un jugador. 

 

 

Primero, deberíamos comprender a qué se refiere la etiqueta de “mejor jugador del mundo”. ¿Se trata de una cuestión geográfica? En su origen, el premio instituido por la revista France Football en 1956 galardonaba al mejor jugador europeo del año. Luego, el premio se modificó para el mejor jugador del mundo jugando en Europa, sin importar su nacionalidad. Finalmente, en 2010 FIFA y el Balón de Oro de la publicación francesa fusionaron el premio para el mejor jugador del mundo. Sin embargo, en esta nueva etapa ningún futbolista fuera de las poderosas ligas europeas ha llegado a la terna final. Esto arroja un dato certero sobre la visible hegemonía de las ligas europeas sobre las de otros continentes: la única manera de que los jugadores africanos, asiáticos o latinoamericanos lo ganen es dando el salto a Europa. Se puede argumentar que no existe tal criterio geográfico, sino que el premio corresponde a los estándares de calidad entre ligas, determinados por variantes de presupuestos, comercialización, diferencias administrativas, modelos de negocio, equipos de tradición y la concentración de seleccionados nacionales en el futbol del Viejo Continente. 

 

Pero analicemos un poco más la frase “el mejor jugador del mundo”. ¿Significa que es el mayor goleador mundial contabilizando los torneos que juega? Si hablamos de goles totales en el año, Cristiano superó a Messi y Ribéry, con una cifra de 69. Si se trata de los tantos totales en competencias internacionales en 2013, CR7 también está por encima de sus rivales, con 25 goles entre torneos de clubes y selección. ¿El mejor jugador es el más determinante dentro de su club en los partidos más importantes o el más constante en una temporada? Messi y Ronaldo califican en este rubro, con la salvedad de que este año el argentino sufrió lesiones que limitaron su participación en el campo. ¿Es el que hace jugar mejor a sus compañeros, el que gana más torneos? Aquí Ribéry tiene una vitrina llena de títulos con el Bayern, juego de conjunto y excelencia táctica para dejar callados a los dos astros anteriores. ¿Es el que cambia la cara de su equipo nacional? Aunque ambos son el eje de sus equipos, Messi está rodeado de más estrellas en su selección que Ronaldo. ¿El de mayor popularidad mundial? La lucha Ronaldo-Messi se inclina según el parámetro: patrocinios, redes sociales, ingresos, búsquedas, camisetas vendidas.

Si algo queda claro en la elección de la FIFA de los últimos años es que no busca constructores de juego, arquitectos del balón u hombres que organicen el equipo en el campo. Ni Iniesta ni Xavi ni Ribéry ganaron el premio cuando estuvieron en la terna final. La FIFA quiere goleadores mediáticos. Jugadores insignia. Hombres récord. Grandiosos en el campo, rentables en redes sociales y jugosos comercialmente. La Pulga y CR7 lo son. Acaso, con el ánimo de calentar el mundial, su elección ha decidido romper la hegemonía de Messi o consolar el síndrome de segundón que persiguió a Ronaldo en las últimas temporadas.  

 

La FIFA ha premiado la efectividad, en un tiempo en que los artistas del campo y los jugadores creativos, claros y cerebrales sufren una extinción alarmante. El futbol ha dejado la pausa a favor de la velocidad. Creo que Ronaldo tiene los méritos individuales para optar por el mejor jugador del planeta, pero no tiene los títulos colectivos -de Messi o Ribéry- que uno esperaría de su excelencia en esta temporada. Aunado a los números impresionantes del portugués, las lesiones y ausencias de Messi quizá le facilitaron el camino; 2013 nos demostró que si el rosarino quiere ser el jugador más determinante de su club y de su selección necesita estar completamente sano. Acaso premiar a Ribéry habría sido un signo de coherencia y justicia poética en un año de competencias de clubes en que la balanza futbolística se inclinó a tierras germanas. Pero la FIFA ha premiado al individuo por encima del conjunto. Lo que sé es que ninguno de los tres ha llevado a su selección a conquistar una Copa del Mundo. Para mí, el verdadero peso específico del mejor jugador del mundo se resolverá en unos meses, cuando ruede el balón en los partidos decisivos de Brasil 2014.