David Beckham o cómo pasar de metrosexual a visionario

David Beckham no fue, ni de cerca el mejor futbolista de todos los tiempos, ni siquiera el mejor en la historia de Inglaterra, sin embargo, en ganancias y reconocimiento de la gente se lleva a todos de calle.

El niño bonito del fútbol fue durante su carrera una máquina de hacer dinero y el primer futbolista en convertirse en una verdadera figura reconocida en todo el mundo, incluso en países en donde el fútbol no es importante para la gente, como en Estados Unidos.

Fue la publicidad y el hecho de ser el favorito de las marcas de todo tipo lo que lo llevó a la cima del éxito, e incluso, a fichar por equipos como el Real Madrid o el Milan, sin tener la calidad necesaria como para estar en esos planteles.

Cuando dejó el futbol la fortuna personal de Beckham ya era de unos 400 millones de dólares que había logrado con jugosos contratos de publicidad, de prestar su nombre para toda clase de productos y de inversiones personales, pero ahora como ex futbolista está incrementando ese número todos los días.

Por principio ha creado una serie de empresas que le ha redituado bastante, una de ellas es la marca de whisky Club Haig, con la que ha obtenido muy buenas ganancias. Otra es la empresa Seven Global con la que está a punto de lanzar una línea de ropa. Para este proyecto ha contratado a personajes importantes de la industria, como diseñadores y gente de marketing de empresas como Coach, lo que habla de la magnitud y el impulso que busca darle a sus marcas.

Sin embargo, para los expertos el gran paso de Beckham lo sigue dando en el futbol, pues hace unos meses anunció la creación de su propio equipo en la MLS, que tendrá sede en Miami y la inversión que está haciendo en cuestiones de tecnología, con su primera participación en una aplicación llamada MyEye, similar a Periscope y en donde planea estar presente de manera exclusiva para dar declaraciones y hacer apariciones públicas.

Así es como se gana la vida un tipo que ha convertido su nombre en una súper marca y que ha sabido capitalizar a la perfección su vanidad.