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#LibrosAlDesnudo: Chin chin el que no lea

Por: Jafet Gallardo 20 Ene 2020
Por Jaime Garba A mí leer no me ha servido de mucho. No he conseguido un trabajo por ello, no […]
#LibrosAlDesnudo: Chin chin el que no lea

Por Jaime Garba

A mí leer no me ha servido de mucho. No he conseguido un trabajo por ello, no he conquistado a nadie, y mucho menos he recibido dinero por ser un lector voraz; al contrario, la mayoría de las veces leer me ha hecho quedar mal. Achis, ¿qué no era al revés? No. Si nuestro sistema nervioso colapsa tras tal aseveración, respiremos un minuto y recapacitemos. Efectivamente, hay casos donde la lectura les ha servido a algunos para conseguir trabajo, ligarse a alguien y hasta recibir dinero, pero jamás la lectura es el camino directo al éxito. ¿De dónde sale esto? El otro día terminaba de leer un libro que amé, una historia bien planteada con personajes sumamente buenos, hacía meses que no disfrutaba tanto una novela, que al terminarla busqué la manera de gritar al mundo mi alegría. Primero pensé en compartir aquél júbilo por Facebook, pero no llenó mis expectativas pues no logré más que un par de ínfimos likes, así que lo segundo fue buscar amigos con quienes tener un diálogo cara a cara, pero con los dos o tres con quienes lo intenté apenas si asintieron condescendientemente, jamás habían escuchado al autor y sinceramente no estaban muy interesados en leerlo. Desesperado, busqué en mi agenda algunos números de teléfonos de cuates de otras ciudades, escogidos minuciosamente para no toparme con un desprecio de bote pronto, pero oh decepción, ninguno acogió mi alegría y quien más cerca estuvo me dio todo un sermón de porque otro autor similar al que había leído era mil veces mejor que el mío. Decepcionado, mis ánimos se apaciguaron y perdí toda esperanza. Fue días después cuando asistí a una comida familiar que recibí una extraña sorpresa. Apenas entraba y saludaba a todos velozmente para ir a tomar una cerveza, cuando divisé a una prima de doce años, a quien siempre veía con libros de “Crepúsculo” y “Bajo la misma estrella” (fanática además de Justin Bieber y boys bands japonesas); sujetar entre sus manos el mismo libro que yo había leído. Ni siquiera terminé el protocolo de saludo cuando me le acerqué y le pregunté qué hacía con ese título como si yo fuera el único digno de leerlo. “amm lo estoy leyendo…”, contestó sarcástica y sin más bajó la mirada para continuar su lectura. No pude evitar meter la mano entre las páginas para exigirle mejor explicación a lo que suspiró y me respondió irritada que le gustaba Salman Rushdie, que había leído “Hijos de la media noche” y que tenía ganas de leer “Los versos satánicos”. Quité mi mano y caminé hacia el refrigerador, bebí una cerveza y me senté boquiabierto.

 

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Lo que me pasó es lo que sucede constantemente, estamos tan habituados al concepto utilitario de lectura que perdemos el sentido del goce, nos han dicho hasta el hartazgo que leer nos hace mejores, que leer nos provee de súper poderes que nadie jamás sabe para qué sirven. Humberto Eco en “Sobre algunas funciones de la literatura” habla del poder inmaterial de leer, el cual a veces es más importante y definitivo que el “poder” práctico y factible. En el mismo texto Eco es categórico: la tradición literaria, el conjunto de textos producidos por la humanidad, han sido creados con fines no prácticos, solamente para ser leídos con placer.

La lectura es paradójica, y existiendo vastos libros en el universo desde hace cientos de años, la comunión de títulos y de personas es cosa de alienación de astros. Por ejemplo, siempre que hablo con amigos filólogos o historiadores me hacen sentir como estúpido al no leer nada de lo que ellos leen, mientras que cuando hablo con amigos que no acostumbran leer, se quejan de que los hago sentir como estúpidos por los muchos libros y autores que cito.

Insisto, la lectura no me ha servido de mucho, es más, a veces es mi enemiga, y claro, yo tengo la culpa, acuso que leo tanto que leo poco, lo que quiero decir es que amo leer novelas, cuentos, poesía, pero odio leer lo que realmente es importante, como las instrucciones para armar un mueble, las recetas que el médico me da, la cuenta en el restaurante o documentos para firmar. El no leer me ha hecho tomar mal autobuses, pagar de más, comprometer mi nombre, entre muchas, muchas cosas. Qué difícil.

Si el lector ideal sería aquel que Juan Domingo Argüelles dice es el que lee cualquier cosa escrita, lo cotidiano: el letrero en la calle, el titular de la nota roja, el destino del microbús, el tríptico que le dan en la calle, el Sensacional de Traileros…. yo vendría siendo un lector disfuncional, uno al cual el leer novelas y grandes historias no le han servido más que para disfrutar y gozar. El día que promotores de lectura, académicos y público en general pro-lectura entiendan (entendamos) eso, las frases: “Puto el que no lea” y “Chin chin el que no lea” dejarán de ser condenas.

 

 

 

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Jafet Gallardo DIGITAL EDITOR Me gusta capturar historias en video y escribir mis aventuras de viaje. El conejito se volvió mi mejor amigo.
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