#DifícilDeCreer: El fenómeno #AfterSex
La nueva tendencia indica que, después de hacer el amor, las parejas se están tomando una selfie para compartirla en sus redes sociales, ¿Tú ya lo has hecho?
Por Sergio Sepúlveda (@SERGESEPULVEDA)
Era un día entre semana, o mejor dicho, fue una madrugada. En esa época, mi mujer trabajaba todo el día de lunes a viernes. Ella tenía un horario de nueve de la mañana a diez de la noche. Yo iniciaba mi jornada laboral a las 6 am porque colaboraba en un programa de radio. Sin embargo, siempre nos veíamos después de la chamba. Eran las primeras citas y el cansancio físico no superaba al ímpetu de nuestras hormonas.
En los primeros encuentros siempre le preguntaba: “¿cenamos?” e íbamos a algún restaurante cercano al trabajo. Después, ya no perdíamos tiempo cenando, del trabajo nos apresurábamos para despojarnos de la ropa en un cuarto de hotel ubicado en la colonia Condesa que fue como nuestro primer apartamento. Recuerdo que pagaba más dinero por todas las veces que íbamos, que si hubiera rentado por mes un departamento amueblado.
La mayoría de las veces, después de hacer el amor, nos quedábamos dormidos. Ni ella ni yo fumamos, entonces nunca echamos humo después de los arrumacos. El hotel no estaba mal pero tampoco se antojaba pedir servicio al cuarto. Así que terminábamos abrazados. Al despertar salíamos cada quién manejando su auto y yo la escoltaba hasta su casa.
Una noche, después de amarnos “… hasta el más allá del todo, por la sangre y por los huesos” como lo dice Amenábar en su poema “Mar adentro”, Laura y yo dormimos profundamente hasta que el teléfono celular de ella nos despertó alarmados. Su mamá estaba preocupada porque eran las cuatro de la mañana. Mi mujer le argumentó que se había quedado en edición, (pretexto muy usado en el medio de la tv). Asustados, nos besamos aprisa, nos vestimos más rápido y aceleramos los coches. Esto fue hace nueve años, cuando Twitter o Instagram no habían trastornado las relaciones personales, mucho menos las relaciones sexuales.
Si lo que les cuento hubiera sucedido en la actualidad, tal vez sería parte de la moda que hace pocas semanas se viralizó. Parejas que después del sexo se toman selfies y las etiquetan como #aftersex #aftersexselfie #aftersexpic etcétera. La pregunta natural de un tipo como yo, nacido en los años setenta, sería: ¿y para qué diablos te tomas una foto después del momento más privado que alguien debe tener?
La respuesta natural de las nuevas generaciones, hijos de internet, es: ¿y por qué no?, si todo el tiempo a través de las redes sociales estamos informando hasta lo que comemos, ¡qué más da informar con quién cogemos! Para mí, las selfies después de “planchar” son una extensión del exhibicionismo que ya hay en internet desde hace tiempo. Una herramienta más para llamar la atención y consolidar la autoestima. Una muestra extra de la dependencia que nos han generado las redes para expresarle a conocidos y extraños tanto lo más profundo de nuestro corazón como lo más irrelevante de nuestra cotidianidad y hasta nuestros bajos instintos. ¿Será que estamos tan solos que necesitamos llevar la tecnología hasta debajo de las sábanas?
Hay más. Antes las mujeres se quejaban si un hombre se quedaba dormido después del orgasmo, pero hoy ‒si su pareja se acurruca después de echar pasión‒ la mujer encuentra consuelo en su smartphone. Las estadísticas dicen que tomar el celular después de hacer el amor ya es más popular que incluso prender un cigarrillo, el 51% de las personas hace esto. Y de ese porcentaje la mayoría son mujeres, quienes han encontrado en la aplicación whatsapp su mejor compañía post pasión.
Los psicólogos explican el cigarrillo después del coito como una forma de recompensa al trabajo bien hecho. Lo mismo sucede con las redes sociales que tenemos al alcance de nuestro teléfono móvil.
Explico. El 80 % de los mensajes que posteamos son anuncios sobre nuestra experiencia inmediata de algo. En otras palabras, resulta que hablar de nuestros pensamientos y experiencias activa el sistema de recompensa del cerebro y esto proporciona la misma cantidad de dopamina que obtenemos del sexo, la comida y el ejercicio. Aún más claro, cuando compartimos nuestra información incrementamos el placer de algo. De esta forma podríamos suponer que compartir una selfie después de haber tenido una relación sexual equivale a alargar el orgasmo.
Entonces, por como están las cosas, donde la línea entre lo público y privado es tan angosta como un hilo dental, sólo falta una aplicación que incluya la evaluación de tus gemidos para saber la calidad de sexo que tuviste y así presumirlo a tus amigos para que le den like. Yo prefiero a la antigüita, dormir empiernado después del sexo y si el celular suena, más tarde diré que no lo vi porque estaba en edición. Difícil de Creer.
