#HombreNecios: Corazón, ¿Qué tienes?

Seguro te la han aplicado: Apenas dices “nada”, arde Troya. ella no se conforma con una respuesta escueta y de la “nada”, pasas a librar la peor batalla del año (comparadas, Las Malvinas se quedan cortas). Aprende cómo sacarle la vuelta a esa pregunta femenina.

Por Sagrario Saraid (@ssaraid)

Todos conocemos esta pregunta que es una bomba de breve tiempo. No importa quién la haga. Digamos que si la relación parece estar muy estable y hace falta agregarle algo de sabor, basta con preguntar: “¿qué tienes?” Y, entonces, el rating de la pareja nuevamente subirá.

Me lanzo a hacer mi estudio de campo y comienzo por preguntarle a mis Playboys, así sorpresivamente, qué es lo que tienen y todos contestan siempre los mismo: nada. Les cuento el porqué ando de preguntona y todos parecen conectarse con ese momento de paz que su linda Bunnie arruinó. Cual terapia todos comienzan a representarme sus momentos de crisis y yo río a carcajadas al ver que esta conversación es infalible en todos los casos, si de lo que se trata es de armarle un panchito al susodicho.

Repasemos. Las mujeres no estamos locas, no somos gordas, nunca mentimos, lo sabemos todo (ya ven que tenemos un sexto sentido) y ustedes siempre tienen la culpa de todo. Entonces, partiendo de estas premisas, verles la cara de “nada” siempre es tierra fértil para que se convierta en “algo”. Ésta es una buena oportunidad para aprovechar el viaje y sacar a relucir algunos trapitos al Sol. Es decir, si se quiere reclamar por a, b, c, d, etcétera y no se ha tenido oportunidad, nosotras sabemos que con un simple “¿qué tienes?” podemos llevarlos a la orilla de un barranco y cómo nos gusta hacerlos sentir culpables. Otra opción es que “como lo sabemos todo” no soportamos los espacios en blanco. “¿En qué está pensando este canijo que no tengo idea de lo que es?” y si hay algo que no sé, entonces es porque algo me está ocultando a propósito y ahí, se activa el sistema de FBI que todas poseemos.

—Corazón, ¿qué tienes?

—Nada, ¿por? (Éste es el momento de buena voluntad en el que aún hacen una introspección honesta para asegurarse de que no tienen nada).

—Te siento raro.

—No, nada. (Playboys, aquí deben de parar y dar una respuesta de poco interés para nosotras, eso será el fin de la conversación).

—¿Pasa algo? (A partir de aquí, el pleito es de a gratis).

—No nena, nada.

—Estás enojado conmigo, ¿verdad?

—No, para nada.

—Entonces ¿por qué tienes esa cara? ¿en qué estabas pensando?

—¿Cuál cara? No, nada.

—Si estás enojado, dímelo. Puedo entenderlo.

—Na-da.

—Es mejor que hablemos las cosas.

—No-ten-go-na-da.

—Odio que me trates así. Yo sólo te hice una simple pregunta y mira cómo te pones. ¿Nada?, si no tuvieras nada no me hablarías de esa manera. Pero siempre te pones así conmigo y yo no tengo la culpa. Yo soy buena onda contigo. Te fuiste con tus amigos el otro día y no te dije nada. ¡A ver! Sigo sin saber a qué hora llegaste y yo no te trato así. (¿Ven? Siempre hay segundo objetivo oculto).

—Ni me acuerdo a qué hora llegué. (Ya están a la orilla del precipicio).

—¿Ves? Quién sabe qué habrás hecho que traes esa cara de nada. ¡Dime qué te pasa!

—Que no tengo nada, ¡carajo!

—¿Por qué?, ¿por qué me tratas así? (Lágrimas).

Miren lo que pasa con una respuesta oportuna y aburrida.

—Corazón, ¿qué tienes?

—Nada, ¿por? (Éste es el momento de buena voluntad en el que aún hacen una introspección honesta para asegurarse de que no tienen nada. Revisan si acaso nos contestaron mal y aún con cariño responden. Hasta nos regalan un “¿por?”).

—Te siento raro.

—Perdón mi cielo. Estaba pensando en si debo cambiar los inyectores del auto. En los motores de gasolina actualmente está desterrado el carburador en favor de la inyección, ya que permite una mejor dosificación del combustible y sobre todo desde la aplicación del mando electrónico por medio de un calculador que utiliza la información de diversos sensores colocados sobre el motor para manejar las distintas fases de funcionamiento, siempre obedeciendo las solicitudes del conductor en primer lugar y las normas de anticontaminación en segundo lugar. Perdón si me distraje. ¿Ya te dije que te ves preciosa hoy? (Beso).

¿Así o más fácil? Ella quedará girando en un tacón sin ganas de preguntar más porque lo que menos le interesa son los inyectores de no sé qué cosa y contenta estará de saberse preciosa y amada. Lo de los besos no es broma, siempre es una buena manera de calmarnos.

Según mis encuestados, todos me dicen que nada es naaaaaaaaadaaaaaaa. Así que Bunnies, relájense. Ahora, si ustedes mis amados Playboys son los que preguntan: “Amor, ¿qué tienes?” abrieron la caja de Pandora y ya no se pueden mover de ahí. Si no quieren saber, no pregunten.