La menos preciada postura del misionero

Por Rodrigo Álvarez

La postura del misionero es la más común, natural e instintiva de las posiciones sexuales, es más, sin temor a equivocarnos y aún cuando es probable que no existan estudios que lo respalden, podemos decir que fue la primera que práctico el hombre; aun así el misionero es de lo más menospreciada.

La mayoría de nosotros pensamos que es anticuada, aburrida y poco excitante, pero para muchas mujeres es la que les resulta mejor para llegar a un orgasmo aunque no lo admitan con facilidad.

Según algunos estudios ociosos, el 90% de las personas usan regularmente esta postura durante sus relaciones sexuales, aunque sea en algún punto de la penetración, ya sea para comenzar o terminar el acto sexual. El restante 10% es la única que practica.

El nombre de esta postura puede provenir de la época de la conquista, cuando los misioneros le explicaban a los indígenas que el única razón para practicar el sexo era la procreación y que sólo estaba permitida esa postura; aunque muchos ociosos que han estudiado el tema también dicen que surgió en los años 50 del siglo pasado, cuando alguien hizo una mala interpretación de un texto histórico.

La verdad es que si eres creativo esta postura no tiene por qué ser aburrida. La puedes usar para el sexo anal (ella acostada boca abajo también se le considera misionero), con una almohada bajo su cadera para exponer mejor su clítoris y alcanzar una penetración más profunda o que ella te abrace con sus piernas… La cosa es tener imaginación.

Re valoremos esta postura. Es cierto que debemos ser creativos, que no podemos darnos el lujo de la monotonía y que entre más divertido y retador sea el sexo, puede ser mejor, pero señores, antes de intentar hacer el kamasutra completo, dominemos la más básica de las posturas.